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1933-capitulo-4

Episodio 4 – La redada.

 

Nos llevaron a un comedor para creyentes y nos sirvieron bebidas. Con ojos compasivos, Alia miró a Tiana, que sostenía una copa con ambas manos. Con mi permiso, Tiana se excusó y Alia me habló en voz baja.

– Esa chica. Parece que ha estado luchando mucho hasta ahora. Por favor, cuida bien de ella.

– Ah…

– Esa niña tenía otros hermanos, pero sus padres eligieron sólo a uno para venderlo. Porque era una inútil lisiada. Me lo contó cuando estaba aturdida con la magia curativa. Por eso estaba tan desesperada. Pobrecita…

Alia frunce el ceño.

– Pero el señor Harris es increíble. No puedo creer lo rápido que abrió el corazón de esa niña. Confía plenamente en usted. Ha tenido una vida dura hasta ahora, pero esto valdrá la pena.

Mirando las lágrimas que brillaban en los ojos de Alia, yo miraba sin comprender a la sacerdotisa que estaba cometiendo un gran error. “¿Es hoy un día especial para los malentendidos?” Mis manos se entrelazan con las suaves de Alia.

– Estaba ciega al no darme cuenta de que eres una persona tan maravillosa. Así que hay gente buena entre los que poseen las capacidades de abrir cerraduras y esquivar trampas.

Alia se mete la mano en el pecho a través de los pliegues de la bata, saca una pequeña placa de metal y me la entrega. La placa, que sentí caliente contra mi piel, tenía inscrito un intrincado escudo de armas y una escritura sagrada.

– Este es el signo de la Sociedad de Amigos. Si lo llevas contigo, podrás recibir tratamiento en cualquiera de nuestros templos. He puesto aquí los nombres del señor Harris y de la señorita Tiana.

– Gracias.

Finalmente hablo.

– Ah, sí. La cicatriz de su mejilla sigue ahí ahora, pero con el tiempo se atenuará y desaparecerá. Así que no necesitas volver a tratarla. Todavía tiene la piel áspera, pero es joven y en un mes debería estar bien. No querrás que usé demasiada magia y tenga un contragolpe, ¿verdad?

Mientras ella pronuncia esas palabras, una voz me llama desde un lado.

– Amo, siento haberlo hecho esperar.

Tiana inclina la cabeza. Vuelvo a darme cuenta de que parece tan pequeña y pulcra con respecto a la figura que vi esta mañana que cuesta creer que sea la misma persona. Tal vez Alia sea una sacerdotisa de mayor rango del que pensaba.

Alia se levanta e inclina la cabeza.

– Tengo asuntos que atender, así que los dejo aquí. Que la gracia de Dios esté con todos ustedes.

Tras dar una bendición, Alia se marcha.

Guardo con cuidado la placa de tratamiento gratuito. Aparte de las heridas lo bastante graves como para arrancarle un brazo o una pierna a alguien, no es tan fácil conseguir una placa que garantice una curación gratis. Había oído hablar de gente que había intentado comprarlas con oro y estas llegaban a costar unas 100 monedas de oro, y eso que un comprador tenía muchas heridas y estaba envenenado. 

Me levanto y salgo del edificio, camino por los terrenos del templo y salgo a la ciudad. Como el sol aún se encuentra alto en el cielo me decido a comprar algunas cosas y alimentos que me durarán un tiempo, ya con ello me dirijo a casa. Detengo a Tiana que dijo que lo llevaría todo ella. El único problema es que, al parecer, está débil y tiene que recuperarse tras una cierta distancia.

Me preocupé, pero Tiana era sorprendentemente fuerte.

– Gracias al Amo, puedo caminar con facilidad ahora que me ha curado las piernas.

Dice mientras canta con ojos agradecidos. Todavía estaba demasiado asustada para hablar bien a extraños que no conocía, pero a mí me sonaba como el sonido de una campanilla.

Después de unos siete días en el campo, pasamos la parte más difícil del camino. Fue un desastre que haya tomado los caminos secundarios por las montañas, evitando la carretera principal, que terminamos dando muchas vueltas. Tres orcos con cara de cerdo nos vieron en el camino y nos atacaron por la espalda. Es raro verlos deambulando por el exterior. Me pregunto si habrá cerca una entrada a una mazmorra desconocida.

No es frecuente que estos tipos ataquen, a menos claro que esté en una mazmorra. Mis dudas se despejan pronto. El objetivo era Tiana. No sé cómo o por qué lo hacen, pero los orcos violan a mujeres de otras razas para reproducirse. En el campo se dice que a veces ocurren incidentes en los que atacan aldeas y se llevan a las mujeres para no volver jamás.

Miré a un lado y vi que Tiana se ponía azul y temblaba. Al parecer, había oído hablar de los orcos y sus hazañas. Tiré de su mano y subimos la colina. Había un corte en el camino y apenas cabía una persona. Empujé a Tiana y, cuando miré hacia atrás, vi a un orco babeando y persiguiéndome de una manera terrible.

– Amo, váyase. Si se queda aquí lo alcanzarán. Por favor, déjeme.

La voz de Tiana resollaba. Cuando vio a los babeantes orcos corriendo por el camino de la montaña, Tiana intentó empujarme hacia un lado del tajo. El taparrabos del orco se levantó de una forma fea, como si pretendiera convertirme en un trozo de carne y disfrutar de un festín sexual conmigo.

– No seas ridícula, ¿sabes lo que te pasará si ellos te atrapan?

– Pero matarán al Amo. Lamento no haberte recompensado por tu amabilidad, ¡pero vete de aquí!

Lloraba mientras intentaba apartarme con sus frágiles brazos.

Las súplicas desesperadas de Tiana fueron en vano, y los orcos llegaron.

– Guhuhu. Voy por ti.

– Pequeña. Compláceme.

Aprieto suavemente la mano de Tiana que temblaba, ante los orcos que dicen cosas obscenas. Entonces doy un paso adelante para protegerla.

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